Su entretenimiento favorito era ver caer las gotas en el cristal, observar las carreras y cual llegaría al final. Así iba pasando los días, mientras la televisión sólo anunciaba tristes noticias, cada una peor que la anterior.
Y mientras veía la lluvia caer, su mente divagaba sobre lo que oía y lo que sentía.Se preguntaba cómo el mundo podía destruirse de tal manera. Cómo sería posible arreglar todos los destrozos que el hombre ha provocado y si es posible ver alguna solución ante guerras absurdas. Porque si está en tu mano, por qué no actuar. A caso se es capaz de llegar a ser tan impasible.
¿Sería posible que la tele nos transformara en inútiles robots perdiendo cualquier atisbo de sensibilidad?
Semanas después, el sol volvió a brillar por su ventana y decidió salir. Al salir, desde su puerta observó unas huellas. Era extraño pues sólo habían pisadas sin embargo, el resto del camino estaba totalmente seco. Así, escogió la opción de averiguar el sentido de esas huellas.
Paso a paso, llegó hasta la playa. Allí, vio como las huellas le indicaban hacia una pequeña cueva natural que el propio paso del mar había creado.
Observó que aun quedaban unas horas antes de que la marea subiera y pudiera inundar la cueva. Así, quizás por temeridad o curiosidad, se adentró a la oscuridad dejándose guiar por el sonido del agua.
Nada más adentrarse, tuvo que agacharse pues el techo de la cueva era demasiado bajo para poder andar de pie y aunque le pareció eterno, sólo permaneció en esa posición unos 15 minutos.
Poco después y habiendo desaparecido el sonido del mar, atisbó un recodo que se iba ensanchando tanto en anchura como en altura.
Cuando por fin giró aquel recodo, lo vió. Le pareció hermoso aquel lugar, una especie de lago simplemente iluminada por pequeñas luciérnagas que parecían estrellitas flotantes. Se quedó allí sentada, se descalzó y andó hacia la pequeña laguna.
Se quitó los calcetines dejando sus pies desnudos al contacto del agua del mar, la primera reacción fue de frío pero a los segundos, se transformó en una deliciosa caricia del agua.
No recordó cuanto tiempo permaneció en ese estado, con la mente descontectada de cualquier cosa y simplemente acariciando la superficie del agua.
Empezó a despertar de ese sueño cuando notó el frío y húmedo contacto del agua en el resto de su cuerpo. Esto hizo que se levantara de un salto y por acto reflejo, correr hacia la salida.
Cuando se dió cuenta fue tarde, la marea había subido lo suficiente como para no poder salir y aunque lo consiguiera la marea era tan fuerte que la arrastaría al acantilado acabando allí con su preciada vida.
Sabía que ese sería su final, encerrada y sin salida ya que poco a poco la marea iba subiendo y todo lo bello del lugar había desaparecido dejando unas vistas más atroces de estalactitas y estalagmitas puntiagudas y con aspecto amenazador.
El agua ya le llegaba al cuello, no encotnraba salida y no iba a gastar fuerzas en algo que no tenia solución. Ya le entraba en la nariz, le costaba respirar pero se agarraba a los salientes. Ahora, cogió aire, pues sería su última bocanada y al menos, quería disfrutarla. De repente, ya estaba bajo el agua, la corriente movía su cuerpo y no recuerda cuanto pero su cuerpo no respondía y le pedía oxigeno que no podía aportarle.
Sus ojos se le iban cerrando y aunque luchara, ya no podía, ya era el final aunque antes de ello, vió una sombra que la agarró de la cintura.
Sus últimos pensamientos fueron, ¿por qué las huellas me trajeron a un hermoso lugar y que ahora será mi tumba?
Me gusta esta parte: ¿por qué las huellas me trajeron a un hermoso lugar y que ahora será mi tumba?.....claro esta que el mundo es un hermoso lugar en estado de descomposición. relacionándolo con el principio de tu cuento; el ser se encuentra maniatado por los medios y con ello no hay razón propia u autónoma de cuidar el planeta, solo comprendemos que cuidemos el agua o algún otro pretexto que no es suficiente....
ResponderEliminar